Es curioso que en
la época de la historia de la humanidad donde existen más sistemas que realizan
automáticamente tareas por nosotros tengamos más que nunca la sensación de no
tener tiempo. La tecnología afectó de dos maneras a la sociedad: por un lado le
facilitó muchas cosas; pero a la vez hizo prácticamente disponible para
cualquier persona una cantidad de información imposible de procesar en una vida
(o varias). Y cada vez es más.
Desde los foros de Internet surgió
una abreviación que ilustra a la generación que tiene que lidiar con esa
inmensidad de información todo los días: TL; DR que significa Too long;
didn’tread. Lo que en español sería “demasiado largo, no lo leí”. Es un momento en
el que la comunicación parece que debe ser toda en 140 caracteres o menos, en
mensajes de WhatsApp de no más de dos renglones. Cuando vemos un artículo de
más de 300-400 palabras nos espanta. Voy a ser honesto, y espero que ustedes
también lo sean: muchas veces entre a un sitio interesado en leer y después
cerré la pestaña del navegador porque era un texto demasiado largo, o
simplemente quedo abandonada entre las otras pestañas que titilan requiriendo
mi atención: nuevos tweets, nuevo mensaje, nuevo email.
Esta generación que
se acostumbró a leer poco y rápido puede sufrir consecuencias más importantes
que no terminar de leer un artículo por falta de atención. (La generación que más tiene para leer no puede terminar de concentrarse
para leer.)
En mi familia quede estigmatizado
como “el que sabe de computadoras” así que cualquier consulta viene a mí. Una
de las más frecuentes es la queja de que al instalar un programa (generalmente bajado desde la mi%$·”da de Softonic) se auto-instalan
otros: barras para el navegador, accesos directos en el escritorio o
extensiones que te cambian el buscador por defecto. Cosas muy molestas que la
realidad es que el usuario accede a instalarlas al no deseleccionar la casilla
en el instalador. Otro día se puede discutir la moral de los que ponen estas
cosas en los instaladores.
Hay algo en lo que todos aplicamos el
TL; DR, me animo a decir, sin excepción: las condiciones y términos de uso.
Además de que están hechas para que nadie jamás las lea (con términos judiciales que casi nadie comprende) su longitud
desanima y todos – absolutamente todos – seleccionamos la opción de aceptarlas,
sin ni siquiera saber que estamos aceptando. Como firmar un contrato en blanco.
Es que hay tantas
cosas para leer que parece que no alcanza el tiempo para nada. Saltamos de un
sitio a otro, de una noticia a otra. No las leemos, las escaneamos. Mientras
hacemos scroll con el mouse leemos palabras sueltas e intentamos entenderlas. Y
vamos a otra pestaña, abrimos otro link que alguien twitteo o chequeamos
nuestro correo o lector de feeds.
El TL; DR está asociado estrechamente
con la mentira del multitasking. No servimos para
hacer varias cosas al mismo tiempo. Lo único que hacemos es engañarnos a
nosotros mismos y terminar haciendo muchas cosas mal. Sí, hay varios bloggers
vende humo intentando vender consejos para mejorar tu multitasking. No es nada más que una manera de
justificar las acciones que uno mismo tiene para intentar no sentirse culpable
de la incapacidad de concentrarse en hacer una cosa a la vez, y bien.
También tiene mucho
que ver con la presión capitalista con la que vivimos a diario: lo más
importante es ser eficientes y productivos. Trabajar y producir. “El tiempo es
dinero” es la frase que demuestra perfectamente esto. Todo el tiempo que no es
usado para producir algo, se considera tiempo desperdiciado. El único tiempo
que se valora es el tiempo en que se trabaja. O se cree que se trabaja. Esto da
la sensación de nunca tener tiempo, y la industria de la comunicación se supo
adaptar a esto. De artículos extensos y libros con temáticas complejas
terminamos en tweets de 140 caracteres, memes de Facebook donde la fuente de la
información no existe, posts con infografías y divididos en doscientos
párrafos, libros que parecen largos pero rellenan sus 300 páginas con una
fuente gigantesca.
No terminamos de
leer nada. Sabemos un poco de todo. Alguien una vez dijo que lo más importante
en el conocimiento es profundizarlo y especializarse en una materia específica.
La generación TL; DR hace completamente lo contrario: sabe un poco de todo,
pero a la vez nada. Un individuo de la generación TL; DR puede conocer todas
las noticias de último momento de todo el mundo: pero es incapaz de analizar y
sacar conclusiones. Tiene acceso a la información, pero nunca aprendió a procesarla
para su beneficio. Es un esclavo de la información.
La generación TL; DR es la que va a
tener que ser utilizada como rata de laboratorio, para probar como un ser
humano puede lidiar con el acceso a infinita información en la palma de su
mano. Creo que este problema será solucionado en un futuro.
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